Por mi garganta cruzan pájaros ciegos.
Hablo con un cíngulo en las vocales
y un resol en la astucia de convencerte.
La átona cruz y tu labio enmascarado,
el rincón que compartimos en ondas frágiles
de ternura. Tu cabello que lanza artículos
al aire con flores de plástico que gritan nubes.
El carmín que aúlla lenguas bífidas bajo un horizonte
de aljibes, mandrágoras y somieres de azúcar.
La confidencia como una voluta de piscinas
en el cristal de tu voz; y la música infértil
de un himno que roza tus mejillas con acento
carmesí. Diálogos sin pulir, eclipses en la noche,
letras de humo que son nada, nada.
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