miércoles, 21 de febrero de 2024

La vida no vivida

 

Así como he dejado pasar la vida pasaron por mí los sueños.

Enormes antorchas en el confín, allí va el cautivo en busca

de la luz, lo mismo que yo en desesperada sed, internándome

hacia ese titilar de estrellas en mis ojos, convirtiendo lo táctil,

la materia, lo real en sombras que habitan la médula del tiempo,

el mío, mi razón de pervivir en el vientre de los párpados,

el pozo oscuro donde los ciegos ven el interior de un drama,

una risa, un hastío, una realidad sin carne, un efecto desmedido

de relámpagos y bruma, una mórbida transmutación de los espacios

y los días vertidos en la esfera de los relojes, el fiel del inconsciente

desdoblándose, multiplicándose en ocasos y auroras infinitas,

dando fulgor a las imágenes que crecen, penetran el silencio

de la noche, las vocales de la respiración, el ritmo del plexo

que oscila sin pausa, la indiferencia de las horas que vagan

por el raíl onírico de la vida no vivida, solamente soñada.

 

 

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