Coincide conmigo en el trasluz de las
horas sin número,
revierte la estratagema que ha durado lo
que el tiempo de la flor,
acumula el tesón de la esperanza bajo la
primigenia altitud
de tu gesto impasible, el que azulea en
los círculos
de la metástasis con iris de amor, el que
es duro
como un astro diamantino que lloviera
desde la recóndita alma de tu feliz
espíritu;
y sonríe a la noche inmensa de la nieve
oscura,
recibe el aliento de tu hermano como un
vaho de fe atraído
por los pájaros de la luz, confía en los
dulces espejos
donde habita tu ayer de metáforas sin
letras,
dale a la luna un voto alegre, sin
escrúpulos,
con la inocencia extendida sobre el amor
celestial
de un arbitrio tenaz que se ha vuelto
faro
de tu razón preclara.
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