La indolente presencia de la lagartija
sobre el muro.
El verdor de las hojas y el trino de los
pájaros.
El sol de la
tarde en mi piel como una lengua cálida.
Laxitud del tiempo sin relojes y de la
memoria sin memoria.
No hacer nada, no pensar, no vivir el presente.
Los cinco sentidos opacos como cristales ciegos.
Parecerme al aire, invisible y neutro.
Ignorar de qué modo creció la rosa en el rosal.
Conseguir que ni mi yo sepa que existo.
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