Me poso en la sombra de tu nombre para
darle claridad,
salgo del vientre del sol, doy calor y vida
a tu mundo
de ritos y ensueños.
Recibes en la piel mi fuente blanquísima como
un agua bautismal,
tengo infinitos ramales de transparencia,
de la raíz de un árbol soy savia,
de la planta su sangre que despunta en
flor, lo oscuro es mi revés
como la noche lo es del día.
No escucharás de mí otra cosa que el
silencio,
podrías estar ciego si en la retina de
tus ojos solo hubiera negritud.
A menudo me confunden con un dios cuando
yo soy nada sin ti.
Únicamente existo para que tú existas.
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