Es la luz de la araña tu nimbo.
En el cristal está la pregunta que no te
hice
cuando voló de mí el silencio.
A medias, como un trazo en la niebla,
tus mohines de niña se vierten en los
espejos
como en un jardín se vierten los pétalos
de octubre.
Y yo, ángel y susurro,
me acodo en la barra de este bar sin gente
donde mi noche es un pájaro
al que no abriga tu nido.
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