Debería contárselo al espejo
para así tener la ficción del otro.
Está el mundo sin fronteras,
la grey con sus palabras que causan dolor,
la curiosidad adolescente del vampiro.
Una imagen es un pedazo de alma con piel y huesos,
puedes bailar, reírte, decir “me gusta” al olvido que vendrá,
convertirte en la estrella de un jardín universal
sin el tacto ni la mirada sobre la carne
que nutre los sentidos.
No sé si buscas ser el foco de la envidia o la admiración
o tal vez, simplemente, la nada de un artificio efímero.
Conversa con otro cuerpo delante,
joven o mayor,
con el niño que fuiste,
la distancia es una manzana podrida
cuando los frutales son de viento.
Este poema lo escribo para ti desde la ausencia,
quisiera recitártelo a solas junto al fuego
en un día gris de otoño
para no morir de multitud.
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