Las nubes

 

Tienen alma de acordeón o de mampara inexperta.
Son ágiles como plumas si el viento agita su cabello
gris o blanco. Si las miro veo la memoria de la vida
que surca veloz la comisura del tiempo, en el azul
son perlas que viajan sin destino, como deriva inútil,
como mosaico de tinta mojada sobre la piel de los días.
Forman siluetas, perfiles, sueños, vagamente se alejan
hasta el confín invisible, nos regalan el fugaz instante
en que son alegría, derrame, indiferencia. Preñadas
por la lluvia, desnudan el agua, en el aire brillan como
rosas de azar, en la noche duermen como párpados
negros sin voz. También son mapamundi de tierras
que no he visto mas que en su lienzo seductor, son
urdimbre de moléculas, fantasía de figuras aladas
en el carmesí del crepúsculo. Yo las dibujo mientras
se arraciman, mientras, destejidas, construyen hilos
imberbes, mientras su sombrero es mi sombra cuando
el sol de agosto me hiere y ellas, máscara de amor,
llaman a la lluvia para que el rocío del agua me calme,
me refresque, ahora que soy el anhelo de una luz infinita.