Doce de la mañana,
el mar se encrespa levemente
con tirabuzones de niña.
el mar se encrespa levemente
con tirabuzones de niña.
La playa es una lengua de mínimas lentejuelas,
hay brillos de ángel en el cuarzo
y un sol de mimbre
sobre el azul.
Mi cuerpo bruñido,
carne joven,
recibe del día claro
su ración de negrura
mientras Pilar, amorosamente,
sonríe y calla.
El escenario: palmeras pequeñas,
acantilados al sur,
paseantes de abril,
perros sin pájaro,
sílabas verdes
como un rumor de algas.
La isla es un gato negro
sobre la plata hercúlea del océano.
Nosotros, un instante de olvido.
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