Este mundo que ahora ves no sueña contigo.
El recuerdo dibuja amapolas en un jardín de mar,
el espacio viste ropas de cristal, semáforos sin
color.
Al pisar el damero de tu melancolía anuncios ocultos
señalan el ombligo cómplice donde habita tu infancia.
Una plaza de hormigón, una música en el compact-disc,
el puesto del vigía que otea la singladura del
asfalto.
La flor de los cines, la espera y sus jeans rotos,
el humo hospitalario con brasas de estío en los labios.
Los lugares pretéritos son resplandor o desnuda
encrucijada, voces azules que no despiertan tu sur.
La razón del espejo te devuelve al día, a la risa de
los otros,
al teatro sin ayer del presente. Y piensas que fuiste un
joven
con una armonía común, piensas que el mismo sueño
late en aquel chico-tú mismo- que pasa, te mira y se
reconoce
en un futuro por cumplir. No podrás entender la esencia mortal
del reloj, nunca debiste recordar lo que es raíz de olvido, tan fuera
de ti la vida. Por dentro, solo tú ves, una luz inexistente.
Inexistente o no, siempre se agradece ver cualquier luz.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, amiga, por pasarte por aquí y dejar tu comentario. Besos.
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