Un timbrazo breve en la media tarde.
Escondo el poemario de Safo en la repisa,
malas noticias en el aire, el viaje,
la autopista, los ojos esquivos
y un lamento gris en el crepúsculo.
La paloma ya no escucha,
la paloma vuela y deja un rastro
de himnos y paz.
En fotografías de oro brilla la juventud perdida,
pero no son recuerdo sus córneas de crisol.
Una voz, un suéter oscuro, un bigote canoso,
y esa mudez de hospital, el auxilio de las batas
y lo que dice su miedo: cuida de tu madre,
por favor.
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