Campana de ojos verdes, cántaro de cristal
donde vive la raíz muda. Sombra de luz en mis
soliloquios que parpadean hacia dentro como
faros insomnes. Álgida pluma que cae sin vuelo,
torpeza del alud que no grita su inmensidad. Vocal
que ignora el labio, se sumerge en mi aliento, y calla.
Muros inhóspitos que devoran el frenesí de las calles,
el hogar de las canciones, el vocerío secreto de la
jauría.
El silencio es un jardín de plantas azules donde tus
ojos
hablan con flechas invisibles. Casi siempre distingo
tu voz en el estruendo.
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