sábado, 23 de enero de 2021

Habitáis en mí

Vida que comparto con fantasmas íntimos.
Dejan en mí un sello indeleble, la voz límpida
de madre, una abuela sin alas, y aun así volátil
como un pájaro, confites de invierno en un salón
de retratos oscuros, la súplica de Elena que me hiere
con el cansancio del dolor, el alfil de padre, puro
alabastro, insomne caricia de la luz. Vosotros me guiais
como sombras impertérritas que niegan el morir,
vosotros, sin edad, amantes albinos, vosotros rientes
bajo el alud del tiempo sois mi escudo, mi hogar
y mi conciencia. En una fotografía, ocre y vieja,
mi rostro es multitud, nado en un acuario de raíces
infinitas, me sumerjo en la cal de la estirpe, y sobrevivo,
rama de un tronco sin fin, que se sabe dragón, hidra,
Gorgona, cuyas cabezas solo sajará mi muerte.

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