Mi palabra es un bajel sin voz. Se construye
con los hilos del pensar y desaparece igual
que el humo en el bastidor del cielo. Mi palabra
navega desde mi corazón a mi boca con el velamen
del sentido desplegado. Se cobija en la mullida
lengua antes de convertirse en fonema, en expresión,
en mudez. Mi palabra escucha su eco y distingue
su música en el fragor de la vida. Mi palabra hiere
sin querer, responde sin hablar, ama sin pudor.
Mi palabra es mortal y es volátil como un trino.
Mi palabra se suicida en el aire, se enhebra
con la luz, existe solo porque el silencio existe.
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