Quise verbos que dilataran las sombras,
quise un hilo de palabras insomnes
enhebrando la luz.
El blanco del papel es una hogaza de olor clandestino.
Descubro ejes en la memoria que giran igual que turbinas sin ojos,
lágrimas encendidas que iluminan los hemistiquios del
tiempo.
La convivencia esgrime flores de acanto,
los adjetivos crecen en el solar vacío,
son letras que me desvirgan,
son el látigo de mi timidez.
Qué canción las esconde,
cuál su música que deja un regusto de árbol viejo,
la raíz de la sílaba que se entrega,
natural y honrosa como un tapiz infinito
de misterio y anuncios de magma en el corazón del
poeta.
Yo solo escribo pompas de aire que caen en el talud de
mi vida,
leo y releo la inquietud que desconoce el eco,
lamo las heridas con la tipografía de mi insulsez,
dibujo enigmas en la cuadricula
y acabo con el peor de los versos
el inútil poema que me traiciona.
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