No sois gemelas, ni espejos que se miran.
Os surcan ríos, os alzáis en promontorios
de carne,
hondonadas de piel, el roce de la vida
consume
vuestra juventud. En los dedos pliegues
antiguos,
bisagras frágiles, asideros que buscan los
hombros
del amor. Dicen que os habitan líneas celestiales,
que las horas del destino se dibujan,
entrelazadas,
longilíneas, tejidas al insomnio y la
erosión de los días.
El lado oscuro, el sudor, la tangibilidad
son bandera
de vuestro existir. Y si toco otra piel
sois un labio,
una raíz que no quiere desprenderse en la
noche.
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