Dijo lluvia imitando la voz ronca del chamán.
Dijo padre y dijo vida como una canción apenas audible,
los labios húmedos de escarcha,
en los ojos la sal del llanto,
en su rostro el agua fértil de la nube.
Hay un manantial transparente en el cielo,
la carne azul y el vestido de los cúmulos,
de la niebla, del nimbo sobre la cintura del sol.
La luz ebria se baña de sombra,
rebullen los canalones,
los ríos celebran su fluir caudaloso
con la música de los pájaros.
Y María, sin nadie, detrás del cristal.
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