lunes, 1 de julio de 2019
La humanidad de Prometeo
Soy conmiseración, nostalgia humana del frío.
Os veo contra la oscuridad,
sombras que necesitan un ascua vibrante,
débiles las figuras en la caverna
como una geoda de infinita pesadumbre.
¿Es que la risa del dios necesita espectros de ala blanca,
carne herida, subterfugios para la crueldad?
Sí, el desafío hiela la virtud,
lo sé, sé que lo mortal no escucha el sonido de las estaciones
y sin embargo, cuanto amor en la caída,
en la muerte y en el desamparo.
Oí tu voz de trueno
pero no supe adivinar la estrategia escondida
en el ánfora del dolor.
¿Cuál su nombre? Hija del don que multiplica la lisura,
suave su voz cuando acaricia los belfos del hermano.
Toma, esposo mi dádiva-le dice-
mientras un aroma de narcisos se adueña de la noche.
¡Es tan fácil ahogar la dicha!,
¡es tan difícil presentir la ira que los dioses guardan
como nubes incandescentes de un azufre rociado!
El juego o el fuego,
solo son rimas de palabras que quiero desdoblar en artificio.
Se acerca la hora de la celebración,
miro este animal yacente, sus vísceras,
su carnívora finitud llevan la firma de un fiel exacto.
¿Qué elegirás si aquí hay unto y brillo,
y del otro la áspera y dura sensatez del calcio?
Yo esperaba el rayo o el trueno en mi inútil corazón,
anclado a la roca, entre el alba y el crepúsculo
espío al ave que devora mi desdén,
una y otra vez el aullido, una y otra vez la dureza del ansia.
¿Qué es ese aura que rompe el curso de los ríos,
que quiebra el rumor de la montaña
y en un ejercicio de manos desata el vuelo de mi condena?
Ya no importa si el futuro será rojo o azul,
hice de sol entre las espigas,
que las ramas del nuevo árbol escriban la historia
pues yo ya le di a los hombres un destino.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Siempre bellos tus recorridos poéticos querido amigo...
ResponderEliminarUn gusto venir a tu rinconcito...
Te abrazo con todo mi cariño...Nancy
Te agradezco, Nancy, tu paso por este blog y que me lo hayas hecho saber. Un abrazo.
ResponderEliminar