miércoles, 17 de julio de 2019
Lisboa
El olor marino y las escamas de plata del estuario.
El puente rojo como una puerta de luz. Cruje el hierro
en los tranvías engalanados-claveles del 25 de Abril-.
Desde el castillo de San Jorge la techumbre roja,
las plazas y bulevares, el mar brillante, el elevador
se desliza como un féretro arcano. La estatua ecuestre,
el prohombre vestido de historia, las palomas enflaquecidas,
los lamentos de Pessoa que ruega por el olvido. Tardes de fado
y sábanas oreadas, por la colina, diminutos, los turistas circulan
como espermatozoides furtivos. En la torre de Belém
un polluelo de gaviota. Si quieres orinar son treinta céntimos,
eso te digo.
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Me gustaría volver.
ResponderEliminarBesos.
A ésa ciudad.
A Lisboa siempre hay que volver. Gracias por dejar constancia de tu paso. Besos.
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