jueves, 25 de julio de 2019

La bordadora



Cómo capturar ese silencio de luz.
El cuello cóncavo levemente inclinado,
la mirada en el mapa del hilo, la plenitud del sol
en el bies de la mejilla. Enhebra un nombre,
un dibujo, una frase que no morirá, y todo
es serenidad en el mismo ser de un cuadro,
en la infinita quietud de la cómoda, en el pie
que no se posa hasta acabar la línea o la greca.
Puede que haya un dios oculto en el lino,
que los aros del bastidor sean herida de un corazón alegre,
su espalda se aproxima como queriendo una nube
hasta el resplandor de su obra, la voz de una guitarra
esperará la invocación del organdí. Ella sabe que las macetas
o el retrato son un coro que alaba el tejido exacto de la vida,
el misterio de un signo, la pausa que el pintor escoge
para definir el mundo.

*Cuadro de Georg Fiedrich Kersting

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