Tal vez perseguí una sombra que miraba.
Como necesidad de un reflejo
así la música de los gestos,
la coincidencia en el vientre de los días,
el terrible azar de los caminos sin meta.
Alma joven que sucumbe al mito del color y los abrazos
cuando el reverso del hoy
son maquillajes en las noches bárbaras,
diálogos que inventé como lazos inservibles,
detritus de una ilusión que resultó nostalgia del humo,
parabrisas que limpian la candidez
entre vínculos de niebla.
Se aprende poco de la inicial derrota,
en los espejos su imagen se superpone
y la sonrisa potencia la luz de la dualidad única.
Y no te das cuenta que es descubrir un adiós
-aunque su rostro escriba palabras de futuro
y las manos saluden en la distancia-
o imaginar un vida donde el corazón estalle
en burbujas de canto,
en globos que vuelen hacia un sol asesino.
Se tardan años en retratar la verdad que huye,
dejo al fin que su voz, su perfil, su cuerpo turbio,
me abandonen, porque ahora que la miro
-gastada igual que yo-
no reconozco el aura de mi infantil delirio,
ni la destreza,la gracia de su andar alado.
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