Están en las palabras como espectros del pasado
que nos cosquillean los labios. Son nombres,
citas, frases que vuelven a la luz en los ecos
de una conversación que los invoca. Y hay
recuerdos: figuras de añoranza, papeles íntimos,
cosas que tuvieron un lugar en los corazones y el alma.
Decirlos es borrar el tiempo, su estatura de piedra,
destejer el olvido con la magia de la memoria
compartida, sentir como el hueco de la ausencia
se cubre de luz y materia. Solo hay muerte cuando
nadie dice o escucha el latido del ayer. Que, también,
sea así mi paso leve, que haya un mañana donde
yo reviva entre los míos, por un instante, en un único
momento de paz y sueños.
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