Declina esta luz amiga.
Un velo, una gasa de melancolía
pone su raíz en mis ojos.
El aire pesa tras la liviandad del azul,
las risas, el tránsito de los cuerpos
lentamente se desvían de los lugares comunes
hacia las oficinas cerradas, las fábricas de humo,
los locales ocultos a la pasión,
al placer y a la lujuria.
Toca vestirse de número
en los fotogramas del reloj,
toca la oscuridad de los días fríos
en la piel y en el alma,
el retraso como una condena
que suda su rutina inhóspita.
Llega septiembre
sin luces en los balcones
a iluminar los rojos espejos de la edad
con tenues colores de hastío.
Atrás el mar, líquido fresco y rumoroso,
lejano el monte agreste y feliz,
las ciudades y su resplandor
de algarabías febriles.
Declina la luz en el ciclo del tiempo,
esa luz indiferente a mi sed,
a mis ojos que parpadean noches inmortales,
días de luminosa serenidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario