Por el río
común, por la luz que vive en los segundos del azar,
por el ayer
y sus mitos de dardos rojos que estallan en el corazón,
por los
labios húmedos cuyas sombras no tienen nombre,
por las
ciudades de ojos tristes,
por el tren
que nunca salió
de la
niebla de mi pasado
ni conoció
la infinitud de los espejos
ni atravesó
tu cintura
con un
silbido nocturno.
Por el aire
rubio en los intersticios de tu casa,
por las
horas sin bienvenida y los cines sin nadie,
por tu
perfil entre columnas y tu voz en los cristales.
Por ti y
por mí,
que juntos
ya no
sumamos
tiempo.
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