sábado, 14 de enero de 2023

Días de hospital

 

El día es el mismo para todos, pero aquí su latido

no se escucha. El pedazo de carne que soy lleva

una nube mortal en su interior, suda el pulmón

un ángelus y el bisturí saja un alma, destruye el nido

del dolor, libera el costillar ya roído por el flujo de la vida.

Y muere la luz en los visillos de la habitación y está inmóvil

mi voz, y ligaduras de silencio impiden que mi cuerpo flote,

un lento palpitar de enfermeras asoma con un recitado breve

y una acción rápida, mientras las horas callan su algarabía

y un dolor frío, labial, hinca sus dientes en mi costado,

con su hielo carmesí y voraz, con la herida que se vierte

en un estómago de plástico y largos tubos traslucidos

que se enroscan como arabesco sobre un suelo geométrico

de sintasol. Las mañanas no son azules, el mundo viaja en un tren

perdido, el médico dice que ya ha pasado lo peor, mi mujer me cuida,

mis familiares me animan. Sé que pronto volverá a mí el tiempo

de los días sin penumbra, en los que la luz es la luz, y la vida, la vida.

 

 


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