Desprendida
del gran sombrero gris,
canción de
nubes que crecen distantes,
armonía
líquida que se junta, que se alía
con el aire
en un vals sin estrépito, dulcemente
posándose en
olas de moléculas traslúcidas
que visten
los campos, las aceras, las avenidas
con hilos
de agua indómita, arrebolada a veces
igual que
un pilar acuoso que gira en las cortinas
del viento,
golpea o roza con levedad la piel no
cubierta,
agua en mis ojos sin paz, agua de luz irisada,
agua que se
filtra bajo el pliegue de los párpados
hasta el
surco donde yace la dolorosa lágrima.
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