Brota del sentimiento la frase más tenaz,
la que se disfraza con la piel del otro,
la que quiere ver tu sonrisa fluir.
No busco adjetivos ni pronombres,
son ellos los que me buscan a mí,
en el diálogo, en la mirada, en el recuerdo,
en los impulsos de la sangre y los sentidos,
en la reflexión que conmemora la vida.
Si te hablo, solo cito las palabras que vuelan,
son humo, a veces, y son herida y calor,
lamento o algarabía, o no son nada más
que letras en el vaho de un cristal empañado.
Hay palabras mudas, que no se dicen a nadie,
calla entonces la verdad, otras se dicen
y son una caricia irreal que atenúa el dolor
y, por un momento, alejan de nosotros
la faz cruel de la muerte.
Mi idioma eres tú porque hablas antes de que yo hable
y lo que susurras vibra en mi voz, y lo que omites me llega
como el fruto de un árbol que crece en lo más profundo de mi ser.
Quizá este mismo poema que ahora lees
lo hayas escrito tú
sin saberlo.
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