viernes, 20 de enero de 2023

El silencio respira contigo

 

Nunca viviré en las habitaciones de tus ojos.

 

Quiero ser ausencia de alas, el aire fugaz

que agite las cortinas entreabiertas de tu nombre,

la luz en tus omoplatos de ave multicolor,

el árbol que dé sombra al perfil de tus sueños

mientras se desgaja de ti la península donde las palabras

dejaron su eco de sierpes y de violines sin voz.

 

Admiro tu sed, porque concita un aullido de blancor en los cristales,

yo elegí la duna en un desierto mínimo de palmeras como lápices,

y espejismos de nieve y azufre en los labios mudos.

 

La distancia es un barco sin mar que navega las olas del tiempo

con velamen carmesí y tímidos reflejos en el horizonte ignoto.

 

Verte desnuda si estás vestida, verte vestida si estás desnuda,

son dos arpegios disonantes en un mismo crisol,

en una misma ráfaga de imagen sin raíz

que perturba el espacio que nos unge;

alzan su vuelo las farolas de la noche,

el halo amarillo se expande como un nimbo atroz,

dejan tus huellas un pus herido,

una comisura de sangre donde mis ojos de hielo naufragan.

 

Cada vez que respiras el silencio respira contigo,

porque hay horas sin canción ni vocales,

horas sin versos, horas nómadas que nunca tendrán un hogar

bajo tus celebérrimas estancias de paz negra y deshonor.

 

Cierro, al fin, las cortinas del día para no verte.

 

 

 

 

 


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