Toda la luz en la piel de la casa.
Hay ángeles en las fotografías que me sonríen con rostros familiares,
el olor del café, el sonido del agua, rítmico como un murmullo tenaz,
la ducha abierta mojando a la vida, la sombra en los espejos todavía
dormidos hasta que mi mirada les de luz, materia y duplicidad.
Es la alcoba un navío de enormes velas azules,
surca el mar como un pensamiento desnudo,
ágil, valiente, temerario.
Ven a las galaxias dobles de lo arcano,
sígueme al pretérito con tu cuerpo y con tu fe,
el céfiro golpea en los esquifes con el ardor de un semidiós,
hay islas que son labios húmedos y tienen rostro de mujer,
navega conmigo hacia los puertos que venden sueños de coral
y perlas grises como tus ojos al atardecer.
La luz se arrima a ti igual que una gata triste,
y te acuna el resplandor del día
y te seducen las palabras que digo,
aunque nada sea verdad,
ni las islas
ni los puertos,
ni existe un navío en que partir…
La rutina de la mañana nos espera.
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