El calor de
los veranos llega, con su voz de sal
y su mudez
de aire dormido. Noches de luciérnagas,
de terrazas
encendidas, de murmullos y sexo
al rumor de
las olas en las playas salvajes,
de
encuentros que morirán cuando el aire
de
septiembre, fría verdad, proclame el regreso
y queden
atrás las confidencias, los juegos,
la
sensualidad en flor, los versos declamados
con la voz
imberbe de quien, desde una niñez
ya olvidada,
se anuncia a la vida nueva.
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