viernes, 22 de julio de 2022

El tren

 

Me subí al tren nocturno. Su destino, también, es el mío,
su entrecortado avance por las venas de la tierra
simula un pájaro herido, la luz es ámbar, la luz
como pupilas encendidas, puntos ignotos suspendidos
en la noche, guía su existir, el tren camina por dentro de mí,
suelta esporas del pasado que cruzan por mi consciencia
como latidos imposibles en una urdimbre raída.
En el vagón las sombras hablan, pero no se escuchan
sus voces, los raíles son los días que huyeron, la ventana
un cielo perdido en las simas de mi ser, este olor áspero
a juntura, a óxido, el ritmo musical de los topes, las plataformas
como una atracción de feria, con su vaivén oscilante y lúbrico.
El tren va parando en andenes solitarios donde nunca se apea nadie,
nunca nadie sube a su circuito de vida y me acompaña, el tren
vacía su soliloquio en el vientre de la noche, el tren es mi visión
en el espejo, el tren traquetea por mis arterias perdido en su letanía,
el tren es mi sangre de gasóleo irisado, ni yo sé cuándo
cesará esta singladura de horizonte y niebla que me habita.

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