Sí, tengo alas y plumas de granito.
En mi vaso, dos piedras de hielo
y un prisma que flota. Y tú, en el último
velador, absorta en ti, muda igual
que una niña regañada. A pesar
de la distancia, tu voz existe, se oye
aquí como un soliloquio interminable.
En mi vaso, dos piedras de hielo
y un prisma que flota. Y tú, en el último
velador, absorta en ti, muda igual
que una niña regañada. A pesar
de la distancia, tu voz existe, se oye
aquí como un soliloquio interminable.
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