martes, 6 de octubre de 2020

El vuelo del ángel


Ahora que me han puesto las alas de un ángel
vuelvo hacia atrás, entre cenizas y aullid0,
a la sombra de los cúmulos, el verdor en los ojos
y la cintura del mar en la sonrisa.

El misterio de la infancia es un oropel blanco,
la mantilla del recién nacido, el lloro,
la aspereza del pezón en los labios, y el sueño
como una plegaria por el edén perdido.

No entiende el niño el porqué del azúcar tirado bajo el rosal,
no sabe de la lágrima, del hombre que hay en su padre,
duro, maloliente, cansado de sobrevivir,
el refugio de la caricia, la madre de párpados viejos,
piel sin beneplácito, el amor en todos sus poros.

La furia que habita en mí es vespertina,
el cíclope busca una amistad ciega,
la adolescente estrena bragas
que antes acarició el espejo y su ansia.

Estoy cansado de ver a los pájaros defecar,
la nube púrpura ahoga el suspiro que traza mi deriva,
las nalgas de la diosa en el pedigrí de una constelación,
la ropa envejecida que al aire solea con rumores de arco iris.

Me veo como una espiga, me veo como un ácido triste
en la semana que glorifica la natural esencia de la vida,
en el ojal un monstruo, en el vientre la espantosa bandera
sin color, trapo sin amanecer, carnaval de los dioscuros
en la noche de los tiempos.

Y un grupo que espera, mis palabras convencen a los raíles del tren,
le hablo a la náusea que el trapero vomita bajo el carro roto
en servidumbre de luna.

¡ojo a la quietud de los tallos que son mármol,
ojo al grito de los primates que comprenden la filosofía irreal,
ojo con la hermafrodita cicatriz del rostro amante!

Quítame las alas, amor, porque nuestra vereda suda en la tierra,
lombrices del asfalto crecemos hacia los surcos,
hacia las gotas espesas del detritus,
bendecidos por el albañal que fluye.

Quiero tu perla gris, sin muescas,
redonda como un asteroide, quiero tu labio de rojez núbil
cayendo en la algalia de un torrente, quiero la senectud abrazada,
el hoy abstracto que dibuja un pincel en la urdimbre del corazón compartido,
y tu voz, tu mirada, tu seno y un pedazo de ti que sepa a eternidad.


 

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