En el espejo roto se refugian las palabras.
Ruge el auto como un león agradecido,
el mar parece una lámina de cristal,
un pedazo de hielo azul. Hay sombra
en los alcornocales, fruta en las veredas,
campesinos que se doblan como cruces caídas.
Se estrecha la carretera que bordea los acantilados,
el pueblo blanco, de casas de cal, brota de la playa
con rizos de canícula. Las barcas faenan, tienden las redes,
los pescadores de piel cuarteada dignifican su oficio.
En la dársena el humo de las parrillas se eleva
en columnas de sal. Hoy es fiesta, farolillos de papel
y un mercado multicolor, gente humilde que pasea
entre los puestos. Mañana de julio de qué año,
en qué lugar nosotros, dónde la libertad que perdimos.
Como testigos mudos las fotografías callan.
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