Cuesta alzar los párpados
desde la estatura del tiempo.
Diez, quince, veinte, veintisiete los años.
Crece la piel, la espalda firme, los pasos ágiles.
Es la juventud y su cosmos infinito.
Reír, jugar, sentir,
amar el amor que llega,
no hay pasado ni ayer,
en el presente estallan bombas de vida,
su resplandor viste la luz, te viste de luz.
Qué hermosa la infinitud,
qué hermoso el trino del día en los ojos,
qué canto el del agua, el color, la brisa dulce,
los cuerpos que corren
contra la herida de la vejez.
Entonces creímos
ser el estallido de una burbuja cargada de estrellas,
el horizonte en las pupilas, todo azul el hoy.
Cuesta alzar los párpados
desde la estatura del tiempo
y recordar los saltos en la niebla,
la canción de la sangre, los gritos en la lluvia.
Cuesta vivir sin el corazón alegre.
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