A veces siento fluir las horas
como un latido de luz
y callo.
Callo porque no consigo enhebrar lo fugaz
con el silogismo que las palabras convocan
para no sentirme suspiro
o nieve que se diluye
sin la razón de una huella.
Quiero amar la premura
que habla en mi boca,
el frío o el calor que mi piel anuncia
con la costumbre de un operario
que anticipa su gesto.
Quiero la risa en el músculo
como una bendición eternamente esperada.
Quiero el rosal en los ojos
para que me recuerde
que las primaveras vuelven con el color
y el diluvio de los sueños,
igual que jardines que brotan de una paz añorada.
El tiempo escribe túneles
que van dejando tiniebla
o una vívida serenidad sin patria
hasta la fiebre de una luz
que nunca llegaré a alcanzar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario