jueves, 28 de diciembre de 2017

Esperándote

Hay columpios de sexo en los pasillos húmedos,
la voz, tu voz, susurra una orden secreta que calcina
las mamparas. Poseerte es la misión que mis manos
persiguen en los augurios de la tarde. Tu voz ronca ríe
cuando el olivo enseña la blanca flor de la dulzura.
Siempre espero al deslumbrar de la caoba soleada
por el poniente, febril como un impulso voraz. Suena
la ducha y yo imagino la desnudez álgida de los pechos,
el grito del agua al perder el rastro de tu cadera insólita.
En los muebles viejos la música resiste, halla un nido,
un color, un aire unísono. Al fin la calle llega a mí con su
rumiar de sombras, y yo siento el abrazo del día, indiferente.


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