sábado, 9 de diciembre de 2017

Abril no fue un sueño

La noche está dormida y no quiere estarlo.

El frío, la música,
el brillo de las copas
son igual que el sonámbulo latido de un reloj.

Las palabras se repiten
como piezas rehechas
en el mecano inacabable de los días.

Es lo que pienso
al verme en el cristal insomne
cuando los altavoces escupen
las letras orgullosas
de una canción alucinada.

Al principio vi tu sombra
desplazarse por el espejo,
a mi lado las pieles se conocen
antes del arrojo y la musculatura
de la danza.

Vuelve la noche a recogerse
bajo el ancestral murmullo de la luna,
la vieja ciudad ama el silencio de los perros,
el dulce cáliz de la lluvia.

¿Cómo separarnos si en el arrebol de las calles
hay efluvios de deseo, rojas amapolas
en tu vientre aún intacto?

Solo los labios susurran entreabiertos la demora,
mañana será la voz el lenguaje de la carne
que copulará con el futuro.

De ti no olvido la primavera que me diste
ni el perfil de tus piernas
cuando lejos del sexo me llamabas.

Parece que ya nunca más existió abril.


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