Ay! de este dolor hecho de metralla y luna,
ay! de mi niño, tan frágil vestido de polvo y sangre,
ay! que olvidé cómo era la risa en sus pequeños dientes de infancia,
ay! del abrazo que ya no podré darle al volver de la escuela,
ay! de la ilusión que se perdió en sus ojos para siempre cerrados,
ay! de su cuerpo que es una llaga abierta a la indiferencia del mundo,
ay! de mi niño, su carita de ángel no es más que un irreconocible despojo,
ay! de mí porque siento cómo crece el odio en el corazón de una madre.
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