viernes, 26 de abril de 2024

Vida cotidiana

 

El confín de la pared granulada entre las sombras del pasillo,

suena un timbre y el silencio se hace viento de música,

anuncio de proximidad en la mudez de la estancia,

calor humano y palabras en la boca de la mujer o el amigo.

Llega la luz con el estigma de los días golpeando la sed omnívora

de las ventanas y este olor a leche y pan rubio, a dulce de miel

y té humeante que recorre la cocina con efluvios de canción

en el nuevo despertar a la eterna memoria del mundo.

Y tú me acompañas con una ordalía de luz bienhechora,

con la taza de café entre las manos como si cobijaras

un pájaro herido por la guerra infinita de los hombres;

cálida como el abrazo que dejaste en el arrabal de mis sueños

al volverte hacia mí, besándome como se besa a la luna

cuando el sol aparece con su roja luz de alba y ya nada

existe en la oscuridad que no sea fruto de olvido.

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