Uno pregunta por el confín como si una isla esperara
la huella borrosa de mis pasos.
Del río la mansa corriente como la sangre de un niño
que no coagula los sueños sin vida de la vejez.
En el aire las alas del futuro, alejándose entre nubes y sol,
igual que un pájaro sin horizonte al que llegar.
Junto a ti la marea retráctil de los días,
el mecanismo de las horas que ya no viven
en el reloj roto de la juventud, la pasión dormida
entre las baldas del tiempo como un jersey ya nunca más usado.
Y los trenes perdiéndose en la memoria
sin que exista un andén vivo con raíles nuevos
que los lleven al estupor de un encuentro
sin parada, ni luz ni sombra, donde descubrir
las noches fugaces del estío.
Y aquí yo que no sé en qué lugar me espera tu casa encendida.
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