Recorres sin mí las autopistas de la noche, de tus faros
nace la aurora y es tu canción el aliento de un motor
que no oculta su alegría de vivir. Avanzas entre niebla
y sombras igual que un felino por los laberintos del tiempo
y las edades, alejándote como un aire luminoso bajo
las nubes oscuras de la madrugada, sin prisa ni un lugar
que espere la huella rodante de tus caballos al trote,
sin el yugo de los semáforos con su máscara tricolor
que atrae a las luciernagas de la noche profunda,
sin mis manos guiando tu alegre brío de corcel libre,
sin la paz de los aparcamientos ni la duermevela
en los garajes, solamente tú y el infinito que te llama.
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