Recogida en su capullo de luz tiembla
como si la lengua de un ángel bailara con el aire
una danza de fuego y color.
Y es el pábilo su armazón, su fina raíz de cuerda inmóvil
donde una plegaria anuncia el paradisíaco acontecer de un fin milagroso.
Lentamente va derramándose la cera
y en su costado una lágrima cae con la densidad de un sueño vivo.
Nace del humilde volcán el ansia de proseguir,
lejos del duro soporte que la contiene.
Y es su luz un faro de amor, una misión de fe
que del amarillo cáliz fluye como si fuera una ola
que brillara en el océano de la oscuridad más profunda.
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