jueves, 18 de abril de 2024

El mar de la noche

 

Hay en tu rostro una herida donde las sílabas en calma

se adormecen como barcos sin un mar que los agite.

Riela la lluvia bajo el farol, allí se refugia el candil

y los narcisos que el agua posa en tus pestañas.

Una árida quietud se expande dócilmente igual

que un latido fuera de hora, eco de otro latido

que ya pasó dejando el humo de un resplandor

en la piel y los mil colores de tu nombre entre

los focos del neón. De púrpura el guiño de los satélites

que te guían por los senderos nocturnos con el ardid

de aquel rótulo que te llamaba, a veces, como las olas

llaman a la espuma cuando en el regreso pierden

la música de sus rizos en la arena y nada se oye,

únicamente una voz que ya no es más que silencio,

tu silencio de mujer escondida entre las rocas del tiempo.

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