La película que ruedas en el envés de tus párpados un día
cesará. Solo tú la habrás visto, con el sepia antiguo de la infancia,
con los colores bravíos de la juventud, con el velo de unos
ojos cansados de buscar en el ayer una imagen de luz.
Nunca verás la misma película dos veces, los actores,
los paisajes, las casas, los hechos que hoy son cicatriz,
distorsionados por la frágil memoria, de pronto acudirán difusos
a la llamada de tu vejez y ya no podrás reconocer ni el nombre,
ni el guion, ni sabrás si eres tú, quien realmente, ha rodado esa película.
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