Como hoja perenne, aquí sigues.
Eres rocío en la canícula,
agua en mi sed,
flor en mi desierto.
Tu raíz es astral, cósmica tu voz,
mínima la sombra que yo percibo detrás de tu claridad.
Te pareces al sol del recuerdo y a la luna del mañana,
pueblas el orden con tu presencia de árbol maduro,
escribes ayer cuando evocas el misterio de una ciudad del sur,
cuando la memoria es como un jardín que, amorosamente, cuidas.
Nunca serás olvido,
nunca crepúsculo,
nunca ocaso.
En tu luz hay espejos encendidos que reflejan mi noche,
sin ti ya no brotan los lirios, sin ti ya no duerme mi alma.
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