jueves, 2 de febrero de 2023

Me llaman


Me llaman tren o navío, nube o pájaro,
vehículo que hiende el aire y saja el espacio sin tiempo de las mariposas.

Me llaman viaje porque no cesan mis ojos de ver luz y estrellas,
ríos sin orillas, montañas en el azul con sus flequillos blancos de invierno,
mares violáceos con islas carmesí donde los cíclopes tienen plumas
y las sirenas piel de niña, donde las olas lamen el oro de las playas
con lengua de sal y rizos de amor, donde la ceniza del volcán
es un carmín negro que fecunda el semen de la tierra,
donde las gaviotas no regresan de su camino hacia el sur,
de su exilio de ángel.

Me llaman historia o pasado, mito o leyenda,
todo lo que vive sin vivir y es una espiral que brilla,
un sueño de horas, un crisol invencible de metal ardiente,
de susurros de madre en la noche profunda cuando la primera chispa del fuego,
legiones de Roma en la umbría de Teutoburgo bajo una lluvia torrencial,
armaduras que relucen y camisas con una cruz bordada,
las fuentes de los patios árabes y el canto del colibrí,
las guerras de religión, y las otras, las de dominio y poder,
el pensamiento baldío y el consumo egoísta,
la tecnología sin alma, los virus como un rocío letal,
un diluvio de flor y tósigo, una culebra de fiebre y mordedura
que asesina la esperanza.

Me llaman hombre o mujer, niño o anciano, pero yo solo soy la VIDA.

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