Este pozo sin brocal donde el cielo muere,
esta sima de húmeros sin carne en el confín la quietud,
este olvido que oculta un ángel negro,
esta flor ajada que se posa sobre la cruz de mis hombros.
Son yo.
Mi alma en un cajón oscuro,
mi alma como un proyectil que atraviesa la noche
sin el resplandor de los astros.
Mi alma en la esquina del pedigüeño,
transparente como un vidrio sin paisaje,
inútil como el tizón que moja la lluvia.
Mi alma que, también, soy yo.
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