Sobre el azogue la ilusión de un rostro.
Me miro en el recuerdo que yace en la luna
de mis párpados. Los ojos mienten en su vacío,
al fin la luz cae como un relámpago y el espejo soy yo,
en plena edad, solo. No hay ternura, ni perdón,
tras el silencio mi doblez calla, se suicida el instante
en que no me respondo. La ciudad, cada día,
reconoce mi piel, mis huesos. Soy real, táctil,
casi eterno, lo mismo que una estatua, soy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario