viernes, 17 de febrero de 2023

La herida

 

Esta grieta de ámbar y sol, duele.

 

Duele la mariposa atrapada por mi noche,

duele la sangre en la palabra,

fósil como un caballo de piedra.

 

Su cicatriz no es de espuma,

es una ráfaga sin aliento

color carmesí en los pétalos de la alegría.

 

Rememoro la sintaxis de los horarios

en aquella juventud de pómulos rojos,

busco la razón de una punta

que tras el filo hiende la piel,

intento volver a la rosa que golpea,

a su músculo atroz de serpentinas abriéndose

como flores de escarnio

en mi voz

y mi sed.

 

Es su dibujo una mueca en el espejo,

es un pájaro sin alas,

es la fiebre del desdén

y su quemazón de ascua

en mis ojos.

 

Hay un jardín de espinos

donde el oro finge ser una corona que palpita,

hay odres y ungüentos en los verbos perdidos,

hay una cruz en el silencio que nombras al irte

cuando ya no quedan más

que una flor en tu vientre

y una cicatriz en tu alma.

 

 


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